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A SENDA VERMELLA de Nanclares y Prieto

18,90

Aunque a priori la región vitícola de Rías Baixas es conocida por el afamado albariño, existen otras variedades de uva, plantadas por las generaciones anteriores, como el caíño y la mencía, y el tinto de A Senda Vermella las lleva a tu copa. De hecho, su apuesta por estas varietales ancestrales es tan contundente, que fueron con las que elaboraron su primer vino Nanclares y Prieto y que supone una nueva senda a recorrer, un nuevo camino que transitan junto a cinco viticultores con los que Alberto y Silvia trabajan estrechamente a lo largo del año. Las uvas materia prima de A Senda Vermella proceden de seis viñedos ubicados en los concellos de Barro, Cambados, Vilanova y Portas, y que tienen una edad de entre 15 y 95 años.

Con base en una vendimia manual, se hace una cuidada selección en el viñedo y al llegar a bodega, se elabora a la antigua usanza, pisando con los pies, manteniendo el 100% de raspón. La fermentación alcohólica y parte de la maloláctica se producen con los hollejos. Finaliza la maloláctica una parte en inox y otra parte en barricas de roble francés usadas para, finalmente, ensamblarse de nuevo en uno tras una crianza sobre lías de aproximadamente 20 meses.

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Aunque a priori la región vitícola de Rías Baixas es conocida por el afamado albariño, existen otras variedades de uva, plantadas por las generaciones anteriores, como el caíño y la mencía, y el tinto de A Senda Vermella las lleva a tu copa. De hecho, su apuesta por estas varietales ancestrales es tan contundente, que fueron con las que elaboraron su primer vino Nanclares y Prieto y que supone una nueva senda a recorrer, un nuevo camino que transitan junto a cinco viticultores con los que Alberto y Silvia trabajan estrechamente a lo largo del año. Las uvas materia prima de A Senda Vermella proceden de seis viñedos ubicados en los concellos de Barro, Cambados, Vilanova y Portas, y que tienen una edad de entre 15 y 95 años.

Con base en una vendimia manual, se hace una cuidada selección en el viñedo y al llegar a bodega, se elabora a la antigua usanza, pisando con los pies, manteniendo el 100% de raspón. La fermentación alcohólica y parte de la maloláctica se producen con los hollejos. Finaliza la maloláctica una parte en inox y otra parte en barricas de roble francés usadas para, finalmente, ensamblarse de nuevo en uno tras una crianza sobre lías de aproximadamente 20 meses.

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